La mente debería ser como el agua de un estanque, que cede ante cualquier
cosa que se introduce en ella. No pone resistencia alguna. Y como siempre
cede, nada puede dañarla.
Podemos intentar golpearla con el objeto más pesado o cortarla con el arma más filosa
pero nunca conseguiremos herirla.
El agua consiente lo que le llega desde fuera y se deja atravesar.
A veces intentamos endurece…